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8/10/2011

PROBABLEMENTE JESUCRISTO SÍ ES DIOS.

PROBABLEMENTE JESUCRISTO SÍ ES DIOS.



Veamos este asunto.

Analicemos este asunto con cuidado. Paso a paso.
De los fundadores de religiones importantes, sólo Jesús de Nazaret ha dicho que era Dios. Eso racionalmente nos abre tres posibilidades:
a) Era un loco.
b) Era un sinvergüenza.
c) Efectivamente era Dios.

Sí uno lee sus hechos y palabras en la fuente más directa, el Nuevo Testamento, todas las probabilidades están a favor de “c”.
¿Pero podemos fiarnos de lo que se cuenta de Jesús de Nazaret en los Evangelios? A primera vista, no, porque se le atribuyen a Jesús hechos muy portentosos, increíbles: Da vista a los ciegos, oído a los sordos, cura leprosos de golpe, expulsa demonios, multiplica alimentos, acalla vientos y mareas formidables, resucita muertos, incluso uno de ellos, Lázaro, que ya huele a descomposición orgánica.
A primera vista esto parece una sarta de mentiras, pero… ¿cuál es la actitud de los apóstoles? En los Evangelios se ve que primero están pensando en qué puesto o ministerio van a ocupar cuando Jesús sea proclamado Rey de Israel. Después, ante la realidad del fracaso tremendo de Jesús con su pasión y muerte, huyen como conejos e incluso Pedro reniega de Él con juramento. Más tarde ninguno creerá que ha resucitado cuando se lo dice Magdalena. Razonablemente, aquí debería haber acabado todo el movimiento y los seguidores de Jesús.
Sin embargo es un hecho histórico que eso no ocurre y que los apóstoles cambiaron de la depresión, tristeza y cobardía, a proclamar valientemente que Jesús resucitó, que es Dios y que es el Salvador de todos los hombres con promesas de vida y felicidad eterna.
Aquí se presentan, de nuevo, tres posibilidades, los discípulos:
a) Eran locos o visionarios.
b) Querían hacerse ricos vendiendo una mentira.
c) Habían comprobado que Jesús se les había aparecido, no en un sueño, ni como fantasma, sino de verdad, comiendo y hablando con ellos.
Son muchos, a través de los siglos, los q han explotado el nombre y la doctrina de Jesús para hacerse ricos. No faltan ejemplos en nuestro tiempo y en nuestra cercanía. Pero no así los apóstoles. Sí hubieran sido unos sinvergüenzas, habrían montado un negocio. Pero ninguno se hizo rico; al revés: todos dejaron lo que tenían para seguir a Jesús. Ellos sabían muy bien que proclamar que Jesús resucitó era algo difícil de creer, fácil presa de burlas y agresiones. A pesar de eso todos los apóstoles, menos Juan morirían martirizados por insistir en que Jesús es Dios y Salvador. Nadie sostiene una mentira para morir por ella. Por lo tanto, toda la probabilidad está a favor de “c”.
Y esta doctrina increíble de ese predicador judío, fracasado, torturado y ridiculizado hasta su muerte en la cruz, se irá extendiendo por todo el imperio romano, aunque sucesivos emperadores trataran de exterminar a todos sus creyentes. Pero “La sangre de los mártires de cristianos” y, primero los romanos, después los bárbaros, aceptarán la nueva fe e irá surgiendo una nueva cultura, la cultura europea, con unas reglas morales exigentes: Dignidad e igualdad de todos los seres humanos (hombres, mujeres, griegos, judíos, etc.), libertad responsable, matrimonio indisoluble, castidad, pobreza, humildad, obediencia, paz, amor a todos los hombres, incluyendo hasta a los enemigos.
Sí el diablo –en palabras de Jesucristo—es de suyo criminal y el padre de la mentira, entonces está claro que la Iglesia Católica es de Dios, porque ninguna otra institución ha sufrido y sigue sufriendo en este mundo tantas calumnias, violencias y persecuciones. Han pasado más de veinte siglos y el cristianismo ha tenido que defenderse de enemigos externos (musulmanes, masonería, marxismo, nazismo, etc.) y de enemigos internos (pecadores de sus fieles, de sus dirigentes, herejías, contaminaciones ideológicas, desobediencias, ignorancia, etc.). Ha seguido la suerte parecida a la de Jesús. Durante siglos se ha visto ridiculizada, silenciada, perseguida, traicionada, masacrada.
Durante siglos diferentes personas e instituciones han profetizado la muerte inminente de la iglesia católica. Y la venganza de ellos ha sido ir enterrando a esos sucesivos profetizadores y rezar una piadosa oración por sus almas.
Hay otros muchos criterios de probabilidad de que Jesucristo es Dios y de que la iglesia católica es iglesia suya. Abundan en la historia eclesiástica, los hechos milagrosos. Hay apariciones de la Virgen con datos históricos muy difíciles de negar. Hay conversiones de ateos, algunos de ellos con caracteres portentosos.
Son muchos los criterios de probabilidad, sí, pero probabilidad no es certeza. Hace falta un paso más: La certeza que da la fe y eso se sale de la simplemente credibilidad; existe un acto de generosa confianza en Dios. Como advirtió Blas Pascal, Dios no quiere imponerse por la fuerza, deja las cosas con suficiente luz para el que quiere creer y con suficiente oscuridad para el que no quiere.